Creía tener en la mano la cámara que habían robado unas horas antes. La abrí ante la atenta mirada del cliente (y presunto ladrón) . La batería estaba cargada y tenía una tarjeta de memoria de pequeña capacidad, como las otras cámaras del escaparate.
Balbuceé algo... y me metí corriendo en el laboratorio, cámara en mano. Se lo conté a la manager, una chica muy avispada. Recordó que hay una cosa llamada número de serie, serial number para ella. Me quedé allí y se fue a buscar la caja, y sí, los números coincidían.
¿Un tío roba una cámara y al rato va a la misma tienda a comprar su cargador? Hay que ser idiota... o bien... se ha tomado algo que le hace ser idiota. O... el cliente tenía razón... según explicó, la había comprado en Moore St, la calle paralela de los puestos de fruta y verdura.
En diez minutos, la garda (policía irlandesa) estaba ahí. Le cogieron los datos, se resistió y le esposaron. Los clientes se arremolinaban para ver el espectáculo. Lo más curioso es que, después de todo, le dejaron marchar por falta de pruebas.
El hombre de ladrón ha pasado a víctima. Al día siguiente, las cámaras de seguridad dijeron que no fue él, sino un cliente habitual de la planta de abajo. Y ahora le va a tocar pagar una multa de trescientos euros por comprar un objeto robado en la calle.
sábado, 21 de julio de 2007
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1 comentario:
Cuidado Miss de Francisco. Los cacos no perdonan el que se les descubra
Un beso
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