sábado, 21 de julio de 2007

Un domingo cualquiera (Parte II)

Creía tener en la mano la cámara que habían robado unas horas antes. La abrí ante la atenta mirada del cliente (y presunto ladrón) . La batería estaba cargada y tenía una tarjeta de memoria de pequeña capacidad, como las otras cámaras del escaparate.

Balbuceé algo... y me metí corriendo en el laboratorio, cámara en mano. Se lo conté a la manager, una chica muy avispada. Recordó que hay una cosa llamada número de serie, serial number para ella. Me quedé allí y se fue a buscar la caja, y sí, los números coincidían.

¿Un tío roba una cámara y al rato va a la misma tienda a comprar su cargador? Hay que ser idiota... o bien... se ha tomado algo que le hace ser idiota. O... el cliente tenía razón... según explicó, la había comprado en Moore St, la calle paralela de los puestos de fruta y verdura.

En diez minutos, la garda (policía irlandesa) estaba ahí. Le cogieron los datos, se resistió y le esposaron. Los clientes se arremolinaban para ver el espectáculo. Lo más curioso es que, después de todo, le dejaron marchar por falta de pruebas.

El hombre de ladrón ha pasado a víctima. Al día siguiente, las cámaras de seguridad dijeron que no fue él, sino un cliente habitual de la planta de abajo. Y ahora le va a tocar pagar una multa de trescientos euros por comprar un objeto robado en la calle.

1 comentario:

María dijo...

Cuidado Miss de Francisco. Los cacos no perdonan el que se les descubra

Un beso